domingo, 27 de octubre de 2013

Luna de otoño, haibun de Juan Carlos Moreno



LUNA DE OTOÑO

Es noche cerrada en las Lagunas de Ruidera. Antes de bajar a cenar al comedor del albergue, abro la ventana de la habitación de par en par. El sonido de las cascadas hace que me detenga por unos minutos. No importa el frescor y la humedad intensos. Mientras miro hacia el infinito de la noche, el otoño llega hasta mi garganta, impregnándome de una sensación casi desconocida.  Decido bajar a cenar, uniéndome a los demás haijines del encuentro. Curiosamente, todos parecemos tener prisa en terminar, como si estuviéramos cumpliendo algún pacto previo, quizá tenemos demasiadas ganas de salir al exterior y respirar algunas bocanadas del aire de Ruidera. Al terminar la cena, la mayor parte de los compañeros se sientan en una terraza del albergue  a hablar y beber, a compartir haiku y risas. Sólo unos pocos emprendemos un paseo bajo la intensa  luz de la luna llena. Llegamos a un espléndido pinar junto a la cabecera de la Laguna Batana, donde están las cascadas.  Los troncos de estos majestuosos y centenarios pinos son inabarcables. Atravesamos la sombra del pinar, llegando a un pequeño descampado, donde el brillo de la luz de la luna en el suelo es tan intenso, que casi duelen los ojos. Uno de los haijines mete la mano en el agua, como queriendo tocar el reflejo de la luna.

Aún más blanca
que la luna, la espuma
de la cascada.

La temperatura del agua es suave. Una compañera y yo dudamos durante unos minutos en bañarnos (aunque muy cerca hay un cartel de prohibido el baño y el paso). La idea de sentir el agua y la luz de la luna sobre nuestros cuerpos desnudos es demasiado seductora. Nos miramos,  buscamos cada uno de nosotros la decisión en los ojos del otro, mientras los demás se alejan. En este preciso instante, tenemos  la certeza de que nos arrepentiremos durante mucho tiempo de no habernos bañado, es por eso que la duda es más hiriente.
Emprendemos el regreso al albergue tan despacio  como podemos , como  si quisiéramos que la noche no avanzase, aunque la luna de otoño sigue recorriendo el firmamento de las Lagunas.


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